Ahora vuelvo, Jesús Mío,
con Verónica, te dejo,
voy a dar un paseíto,
por las calles de mi barrio,
ese que Tú perfumaste
de aromas Sacramentales,
allá por el mes de Julio.
Alborea la mañana,
y a hombros de mis cofrades,
esos buenos candelarios,
voy a bendecir al barrio
mientras se van desgranando,
decenas de Avemarías
en el rezo del Rosario.
Es también, ser misioneros,
de Tú palabra divina,
de Tú muerte redentora,
de Tú mandamiento nuevo,
de Tú Cuerpo y de Tú Sangre,
de la Iglesia instituida,
del ejemplo de Tú Amor.
Ya estoy de vuelta, Jesús.
Con cuantos Cristos vivientes,
por las calles me he encontrado,
tan cargados con su cruz.
La del hambre y la del paro,
la enfermedad y el dolor,
la droga y el desatino…
¡cuantas cruces, Jesús Mío!
¡¡cuantas cruces, Mí Jesús!!
Cuando despunta el alba, María,
allá por el mes de Octubre,
abrigada por tu manto,
vas visitando tu barrio
a hombros de tus hermanos,
derrochando bendiciones
mientras, cantos y oraciones,
te brindan tus feligreses
llevándote en procesión.
El nombre de “Candelaria”,
que de amores, está lleno,
Ilumina corazones,
mientras el Sol mañanero,
acaricia tus mejillas,
y despides resplandores,
que confortan ansiedades,
que reducen los problemas,
que escuchan las peticiones,
que van diciendo:
¡Aquí estoy!
¡Hijos de mi corazón!.
Que la Madre de Jesús,
que también es Madre vuestra,
sabe de cuitas y penas,
de alegrías y de llantos,
de los que cargáis conmigo
y me enviáis la oración,
que sale de esas gargantas,
al despuntar la mañana,
por las calles de La Plata,
mientras la gente, despierta,
y entre ventana y balcón
Me van diciendo: ¡María!
¡¡Déjanos Tú bendición!!
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