jueves, 5 de abril de 2012

UN AÑO MÁS...




De nuevo otro año, y de nuevo, otro Jueves Santo más en nuestras vidas. Otra vez, rememoramos la Pasión y Muerte Redentora en la Cruz, de Jesús.
Cada año, en la Cuaresma, intentamos el nacimiento de un hombre nuevo que entierre al hombre viejo que llevamos en nuestro interior, gracias a la Resurrección de Nuestro Señor.
Pero estos propósitos, quedan solo en eso, en propósitos, porque en el devenir del año, ese hombre nuevo que nace en Cuaresma, si es que nació, va envejeciendo en el transcurso de los meses por la caidas que una y otra vez sufrimos a causa de las tentaciones que se nos presentan y contra las que apenas o casi nada luchamos.
Me encuentro ante Jesús Sacramentado y veo, que si el pasado año, tal día como hoy, estaba enemistado con algunos miembros de mi familia, mis amigos o mis hermanos de la Hermandad, hoy, si he conseguido arreglarme con alguno de ellos, me encuentro que estamos enemistados los que hace un año eramos amigos.
¿Amaos los unos a los otros?.
Estamos en el día de la Institución de la Eucaristía, en el día del ¿Amor fraterno?. y recordamos que en toda la larga noche que nos espera, viviremos, la última cena, la oración en el huerto, la traición de Judas, la entrega de Jesús, su juicio...
En estos tiempos de crisis, sozobras, preocupaciones, miedos por todo lo que nos rodea y estamos viviendo, cuestionamos hasta si la existencia de Dios es real o no.
¡Pedid y recibiréis!, nos llevamos todo el día pidiendo todo aquello material que nos es necesario y como no tenemos concreción real de que aquello que pedimos se nos hace patente, cuestionamos si todo esto, es verdad o es una pantomima creada por intereses y que va a terminar el día que nuestra vida termine y después de nuestra muerte, NADA.
Todo se pone en duda. Todo lo vivimos de manera rutinaria. Toca comer torrijas, pues comemos torrijas, dentro de más o menos un mes, tocará bailar sevillanas y las bailaremos, después será la playa y nos bañaremos y tumbaremos al sol para ponernos morenos, y así va desarrollándose nuestra vida, marcada por lo que nos plantean la TV. los grandes centros comerciales, las costumbres que se van afianzando y que más tarde cambiarán, y vamos dejando de lado porque siempre es lo mismo, aquello que es verdaderamente cierto y que cada día nos entusiasma menos y le vamos prestando la más mínima atención, simplemente porque no conviene y que va quedando para viejos y beatas. 
Mira, que nuestro Redentor, intenta cada día dar martillazos en nuestro corazón para que penetre en nosotros como los clavos lo hiceron en sus manos y en sus pies, aquello que nos es útil y necesario para poder seguirle con nuestra cruces, pero nada, parece ser que todos somos roca dura y no puede germinar la más mínima de las semillas en nosotros.
Si, que sin embargo, han germinado, y de que manera, en nosotros, la estimación de nuestro ego, la prepotencia, el afán de ser más que el otro aunque para conseguirlo haya que pisotear a quien sea necesario,
el afianzar nuestra posición sin querer ver lo que sucede a nuestro alrededor... damos como frutos, cardos borriqueros.
Ojalá que el amor que a pesar de los pesares, nos sigue teniendo Dios, nos siguen teniendo Jesucristo y su Santísima Madre, obre en nosotros el milagro necesario para que nos demos cuenta de lo que de una vez por todas tenemos que incorporar para siempre en nuestra vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario